lunes, 27 de junio de 2011

Historia de la solemnidad del Corpus Christi


Tercera orden seglar franciscana
de Piedecuesta Corpus Christi

A fines del siglo XIII surgió en Lieja, Bélgica, un Movimiento Eucarístico cuyo centro fue la Abadía de Cornillón fundada en 1124 por el Obispo Albero de Lieja. Este movimiento dio origen a varias costumbres eucarísticas, como por ejemplo la Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la Misa y la fiesta del Corpus Christi.

Santa Juliana de Mont Cornillón, por aquellos años priora de la Abadía, fue la enviada de Dios para propiciar esta Fiesta. La santa nace en Retines cerca de Liège, Bélgica en 1193. Quedó huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su comunidad. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.

Desde joven, Santa Juliana tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre anhelaba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haber intensificado por una visión que tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad.
Altar para conmemorar Corpus Chriti
con los frutos de la región
Piedecuesta


Juliana comunicó estas apariciones a Mons. Roberto de Thorete, el entonces obispo de Lieja, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países Bajos y a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Lieja, más tarde Papa Urbano IV.

El obispo Roberto se impresionó favorablemente y, como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; al mismo tiempo el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan escribiera el oficio para esa ocasión. El decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276), junto con algunas partes del oficio.

Mons. Roberto no vivió para ver la realización de su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera vez al año siguiente el jueves posterior a la fiesta de la Santísima Trinidad. Más tarde un obispo alemán conoció la costumbre y la extendió por toda la actual Alemania.

El Papa Urbano IV, por aquél entonces, tenía la corte en Orvieto, un poco al norte de Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1263 o 1264 se produjo el Milagro de Bolsena: un sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas de que la Consagración fuera algo real. Al momento de partir la Sagrada Forma, vio salir de ella sangre de la que se fue empapando en seguida el corporal. La venerada reliquia fue llevada en procesión a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy se conservan los corporales -donde se apoya el cáliz y la patena durante la Misa- en Orvieto, y también se puede ver la piedra del altar en Bolsena, manchada de sangre.

El Santo Padre movido por el prodigio, y a petición de varios obispos, hace que se extienda la fiesta del Corpus Christi a toda la Iglesia por medio de la bula "Transiturus" del 8 septiembre del mismo año, fijándola para el jueves después de la octava de Pentecostés y otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la Santa Misa y al oficio.

Luego, según algunos biógrafos, el Papa Urbano IV encargó un oficio -la liturgia de las horas- a San Buenaventura y a Santo Tomás de Aquino; cuando el Pontífice comenzó a leer en voz alta el oficio hecho por Santo Tomás, San Buenaventura fue rompiendo el suyo en pedazos.

La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco después de la publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta. Pero el Papa Clemente V tomó el asunto en sus manos y, en el concilio general de Viena (1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. En 1317 se promulga una recopilación de leyes -por Juan XXII- y así se extiende la fiesta a toda la Iglesia.
Ninguno de los decretos habla de la procesión con el Santísimo como un aspecto de la celebración. Sin embargo estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del siglo XIV.
Flores, frutos y legumbres de toda especie
para el altar de corpus Christi

La fiesta fue aceptada en Cologne en 1306; en Worms la adoptaron en 1315; en Strasburg en 1316. En Inglaterra fue introducida de Bélgica entre 1320 y 1325. En los Estados Unidos y en otros países la solemnidad se celebra el domingo después del domingo de la Santísima Trinidad.

En la Iglesia griega la fiesta de Corpus Christi es conocida en los calendarios de los sirios, armenios, coptos, melquitas y los rutinios de Galicia, Calabria y Sicilia.

Finalmente, el Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad; y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Fuente: Aciprensa junio 27 del 2011.

Homilía de S.S. Benedicto XVI fiesta de Corpus Christi.


Altar Corpus Christi
Capilla de San Antonio Piedecuesta


Basílica de San Juan de Letran jueves 23 de junio del 2011

La fiesta del Corpus Domini es inseparable a la del Jueves Santo, de la Misa de Caena Domini, en la que celebramos solemnemente la institución de la Eucaristía. Mientras que en la noche del Jueves Santo se revive el misterio de Cristo que se ofrece a nosotros en el pan partido o en el vino derramado, hoy, en la celebración del Corpus Domini, este misterio se ofrece a la adoración y a la meditación del Pueblo de Dios, y el Santísimo Sacramento es llevado en procesión por las calles de las ciudades y de los pueblos, para manifestar que Cristo resucitado camina en medio de nosotros y nos guía hacia el Reino de los Cielos.

Lo que Jesús nos ha dado en la intimidad del Cenáculo, hoy lo manifestamos abiertamente, porque el amor de Cristo no está reservado a algunos pocos, sino que está destinado a todos. En la Misa en Caena Domini del pasado Jueves Santo destaqué que en la Eucaristía sucede la transformación de los dones de esta tierra -el pan y el vino- con el fin de transformar nuestra vida e inaugurar así la transformación del mundo. Esta tarde quisiera retomar este perspectiva.

Altar Corpus Christi
Sin la custodia
Piedecuesta 26 de junio 2011

Todo parte, se podría decir, del corazón de Cristo, que en la Última Cena, en la vigilia de su pasión, agradeció y alabó a Dios y, de esta manera, con la potencia de su amor, transformó el sentido de la muerte a la que iba a enfrentarse. El hecho de que el Sacramento del altar haya asumido el nombre de “Eucaristía” -“acción de gracias”- expresa exactamente esto: que la transformación de la sustancia del pan y del vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, es fruto del don que Cristo ha hecho de sí mismo, don de un Amor más fuerte que la muerte, Amor Divino que lo ha hecho resucitar de entre los muertos. Esta es la razón por la que la Eucaristía es alimento de vida eterna, Pan de la vida. Del corazón de Cristo, desde su “oración eucarística” hasta la vigilia de la pasión, viene este dinamismo que transforma la realidad en sus dimensiones cósmicas, humanas e históricas. Todo procede de Dios, de la omnipotencia de su Amor Uno y Trino, encarnado en Jesús. En este Amor está inmerso el corazón de Cristo; por esto sabe agradecer y alabar a Dios incluso frente a la traición y a la violencia, y en este modo cambia las cosas, las personas y el mundo.

Esta transformación es posible gracias a una comunión más fuerte que la división, la comunión de Dios mismo. La palabra “comunión”, que nosotros usamos para designar la Eucaristía, reasume en sí mismo la dimensión vertical y la horizontal del don de Cristo. Es muy bella y elocuente la expresión “recibir la comunión” referida al hecho de comer el Pan eucarístico. En efecto, cuando realizamos este acto, entramos en comunión con la vida misma de Jesús, en el dinamismo de esta vida que se da a nosotros y por nosotros. Desde Dios, a través de Jesús, hasta llegar a nosotros: una única comunión se transmite en la Santa Eucaristía. Lo hemos escuchado hace poco, en la Segunda Lectura, de las palabras del apóstol Pablo dirigidas a los cristianos de Corinto: “ La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan.(1 Cor 10,16-17).
Capilla de San Antonio
Piedecuesta junio 26 del 2011


San Agustín nos ayuda a comprender la dinámica de la comunión eucarística cuando hace referencia a una especie de visión que tuvo, en la que Jesús le dice: “Yo soy el alimento de los fuertes. Crece y me tendrás. Tú no me transformarás en ti, como el alimento del cuerpo, sino que será tú el transformado en mí” (Conf. VII, 10, 18). Mientras que el alimento corporal es asimilado por nuestro organismo y contribuye a su sustento, en el caso de la Eucaristía se trata de un Pan diferente: no somos nosotros los que lo asimilamos, sino que nos asimila a sí, así nos convertimos conforme a Jesucristo, miembros de su cuerpo, una sola cosa con Él. Esta fase es decisiva. De hecho, exactamente porque es Cristo el que, en la comunión eucarística, nos transforma a sí, nuestra individualidad , en este encuentro, se abre, liberada de su egocentrismo y inscrita en la Persona de Jesús, que a su vez está inmerso en la comunión trinitaria. Así la eucaristía, mientras que nos une a Cristo, nos abre a los demás, nos hace miembros los unos de los otros: ya no estamos divididos, sino que somo una sola cosa en Él. La comunión eucarística me une a la persona que tengo al lado, y con la que, quizás, ni siquiera tengo una buena relación, y también nos une a los hermanos que están lejos, en todas las partes del mundo. De aquí, de la Eucaristía, deriva, por tanto, el sentido profundo de la presencia social de la Iglesia, como testifican los grandes Santos sociales, que fueron siempre grandes almas eucarísticas. Quien reconoce a Jesús en la Hostia Santa, lo reconoce en el hermano que sufre, que tiene hambre y sed, que es forastero, desnudo, enfermo, encarcelado; y está atento a todas las personas, se compromete, de modo concreto, por todos los que tienen necesidad. Del don del amor de Cristo proviene, por tanto, nuestra especial responsabilidad de cristianos en la construcción de una sociedad solidaria, justa y fraterna. Especialmente en nuestra época, en la que la globalización nos hace, cada vez más, dependientes los unos de los otros, el Cristianismo puede y debe hacer que esta unidad no se construya sin Dios, es decir, si en el Verdadero Amor, lo que daría lugar a la confusión, al individualismo, y la opresión de todos contra todos. El Evangelio mira desde siempre a la unidad de la familia humana, una unidad no impuesta por las alturas, ni por intereses ideológico o económicos, sino a partir del sentido de responsabilidad de los unos hacia los otros, porque nos reconocemos miembros de un mismo cuerpo, del cuerpo de Cristo, porque hemos aprendido y aprendemos constantemente por el Sacramento del Altar que la comunión, el amor es la vía de la verdadera justicia.
Vegetales y frutos de la región
Piedecuesta junio 26 del 2011

Volvemos ahora al acto de Jesús en la Última Cena. ¿Qué sucedió en ese momento? Cuando Él dijo: Este es mi cuerpo que he dado por vosotros, esta es mi sangre derramada por vosotros y por todos los hombres, ¿Qué sucede? Jesús en este gesto anticipa el suceso del Calvario. Él acepta por amor toda la pasión, con su sufrimiento y su violencia, hasta la muerte de cruz; aceptándola de este modo, la transforma en una acto de donación. Esta es la transformación que el mundo necesita, porque lo redime desde el interior, lo abre a las dimensiones del Reino de los cielos.. Pero esta renovación del mundo, Dios quiere realizarla siempre a través de la misma vía seguida por Cristo, este camino, que es Él mismo. No hay nada de mágico en el Cristianismo. No hay atajos, sino que todo pasa a través de la lógica humilde y paciente de la semilla de grano que se parte para dar la vida, la lógica de la fe que mueve las montañas con el suave poder de Dios. Por esto quiere continuar renovando la humanidad, la historia y el cosmos, a través de esta cadena de transformaciones, de la que la Eucaristía es el sacramento. Mediante el pan y el vino consagrados, en los que están realmente presentes su Cuerpo y su Sangre, Cristo nos transforma, asimilándonos a Él: nos implica en su obra de redención, haciéndonos capaces, por la gracia del Espíritu Santo, de vivir según su misma lógica de donación, como semillas de grano unidos a Él y en Él. Así se siembran y van madurando en los surcos de la historia, la unidad y la paz, que son el fin al que tendemos, según el diseño de Dios.

Sin ilusiones, sin utopías ideológicas, nosotros caminamos por los caminos del mundo, llevando dentro de nosotros el Cuerpo del Señor, como la Virgen María en el misterio de la Visitación. Con la humildad de sabernos simples semillas de grano, custodiamos la firme certeza de que el amor de Dios, encarnado en Cristo, es más fuerte que el mal, que la violencia y que la muerte. Sabemos que Dios prepara para todos los hombres, cielos nuevos y tierra nueva, en la que reinan la paz y la justicia, y en la fe entrevemos el mundo nuevo, que es nuestra verdadera patria. También esta tarde, mientras se pone el sol sobre nuestra amada ciudad de Roma, nosotros nos ponemos en camino: con nosotros está Jesús Eucaristía, el Resucitado, que dijo “yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20). ¡Gracias, Señor Jesús! Gracias por tu fidelidad, que sostiene nuestra esperanza. Quédate con nosotros, porque se hace de noche. “Buen Pastor, verdadero Pan, ¡Oh Jesús! ¡Piedad de nosotros; aliméntanos, defiéndenos, llévanos a los bienes eternos, en la tierra de los vivos! Amén.

Fundación del Monasterio de Clarisas de Piedecuesta 1937






Altar
Capilla de San Antonio
Monasterio de Clarisas Piedecuesta
Nave Central
Capilla de San Antonio
Monasterio de Clarisas Piedecuesta
Abside del Altar
Capilla de San Antonio
Monasterio de Clarisas Piedecuesta
Fachada Norte
Monasterio de Clarisas Piedecuesta



Sagrario
Capilla de San Antonio
Monasterio de Clarisas Piedecuesta
Campanario
Capilla de San Antonio
Monasterio de Clarisas Piedecuesta

El día 13 de junio fiesta de San Antonio de Padua, estando celebrando la Santa Misa el padre Josué Acosta romero, titular de la parroquia de San Francisco Javier, sintió la inspiración de traer religiosas de la Comunidad de Santa Clara del Monasterio de Pamplona, Norte de Santander.

Fachada Occidental
Capilla de San Antonio
Monasterio de Clarisas Piedecuesta
Vista del oratorio Clausura
Capilla de San Antonio
Monasterio de Clarisas Piedecuesta



Ingreso a la vista desde el altar
Capilla de San Antonio
Monasterio de Clarisas Piedecuesta
Sacristía
Capilla de San Antonio
Monasterio de Clarisas Piedecuesta
Comedor Sacristía
Capilla de San Antonio
Monasterio de Clarisas Piedecuesta

Inmediatamente al salir de la Santa eucaristía se fue para Pamplona y allí habló con el señor obispo de aquel entonces Excmo. Monseñor Rafael Afanador y Cadena a quien le hizo su petición. El Señor Obispo se comunicó con la Abadesa del Monasterio y le expresó los deseos del padre piedecuestano. 
Pileta para el agua bendita
Capilla de San Antonio
Monasterio de Clarisas Piedecuesta

Locutorio del Monasterio
al público
Arcada Principal de la capilla

Nave Central

Sacristía
Ellas hicieron la reunión del capítulo y fue probada la fundación.
Fachada Occidente
Vista del parque de San Antonio
San Antonio titular de la
Capilla

Inmaculada Concepción
Capilla dedicada a esta advocación





Así que para el día 6 de abril de 1937, salieron trece hermanas, a saber:
la madre Abadesa Margarita María, Mª Elvira, Mª Leonor, Mª Catalina, Mª Luis, MªAngélica, Mª Dolores, Mª Josefina, Mª Trinidad, Mª Herminia, Mª Belén, Mª Bernarda y la postulante Mª Ester (quién aún vive) rumbo a Piedecuesta, en medio de las dolorosas despedidas de familiares y allegados.





Las Acompañaron los sacerdotes Félix Elejalde ( Redentorista), Francisco de Paula Cortés y Luis Jesús Quirós (hermano de Sangre de una de las fundadoras).


Ingreso a la Capilla
Llegaron a las seis de la tarde al Colegio de la comunidad de Religiosas de la Presentación, donde se hospedaron con gran acogida y cariño.

Santa Clara Imagen de la Capilla 

El día 7 de abril de 1937 el Padre Josué Acosta tenía organizado un gran recibimiento, con la celebración de la Santa Eucaristía a las 9 de la mañana, a la que asistieron los sacerdotes, religiosos, autoridades civiles y el casi todo el pueblo piedecuestano que querían otorgarles la bienvenida a las hermanas fundadoras de la segunda orden franciscana de la Orden de Santa Clara.



 Tal bendición es un regalo de DIOS.

Datos Estadísticos de la familia franciscana

Montaje Inmaculada Concepción de la Capilla de San Antonio
Piedecuesta

Cifras “ochocientos años” de existencia de la orden franciscana (1209-2011)

120 santos; 230 beatos; 5 papas; 7 cardenales; más de cien obispos.
Hermanos menores (observantes) 13.040 profesos solemnes
Más de 10603 temporales y 387 novicios. Total 15.030. En 52 países, 2441 casas.
Capuchinos: 11.093 en 96 países.
Conventuales: 4.0505 en 60 países
Abrazo Franciscano

Hermanas clarisas: 8.963 con 892 monasterios, la mayoría en Europa y en América.
Congregaciones franciscanas masculinas y femeninas 382 (más femeninas que masculinas), en Europa y América.
Orden franciscana seglar: 600 centros de vida contemplativa, hasta hace algunos años 442.837 (196.000 en Europa, 171.000 en Iberoamérica. Por lenguas: 166.000 español; 126.000 italiano; 73.000 inglés; 34.000 alemán; 25.000 portugués y 19.000 francés.
Tao Icono Franciscano

Se dedican al servicio del evangelio y de la iglesia; al misionar en todo el mundo; a proteger pobres y marginados.

Custodia de Santa Clara la Real.


Custodia de Santa Clara la Real
SXVIII


Una de las joyas mas valiosas de mundo.
La Custodia Grande de Santa Clara la Real, de Tunja, conocida como de las clarisas, fue hecha entre 1734 y 1737 por el español Nicolás Burgos. 
Detalle de la parte central

Pesa 4.230 gramos (tiene 750 esmeraldas grandes y pequeñas, 37 diamantes, 2 rubíes, 42 amatistas, 6 topacios y unas 600 perlas). Fue sacada del país ilegalmente y se recuperó en 1987. Su propietario es el Banco de la República.

Vida de Santa Clara (cronología)


Imagen de la Capilla de San Antonio
Piedecuesta

Infancia y adolescencia
1146-1177: Existen en Asís documentos relativos al abuelo de Clara, Ofreduccio de Bernardino, distinto de Ofreduccio de Bernardo, propietario de la casa junto a la catedral de San Rufino, que muchos llaman, equivocadamente, "casa de Santa Clara".
1182, enero-febrero: Nace Francisco de Pedro Bernardone i Pica
1193, antes: Madonna Hortelana, madre de Clara, peregrina a Tierra Santa
1193: Nace Clara de Asís, hija de Hortelana y de messer Favarone de Offreduccio de Bernardino.
1198: Tras la muerte del papa Celestino III y elección del joven Inocencio III, los burgueses y algunos nobles de Asís se liberan del dominio imperial e instituyen el Comune o régimen comunal. Las familias más nobles de Asís, entre ellas la de Clara, se refugian en sus castillos.
1200: Los nobles tienen que abandonar también sus castillos. La familia de Clara, que tiene siete años, se exilia en Perusa.
1202, noviembre: Batalla de Collestrada de Asís contra Perusa. Francisco (20 años), cae prisionero y permanece un año prisionero en dicha ciudad.
1203, noviembre: Tras un acuerdo de paz, Francisco y Clara regresan a Asís. Quienes la conocieron de pequeña hablan de sus excelentes virtudes.
1205, otoño: Comienza el proceso de conversión de Francisco.
1206, ¿enero?: Francisco, denunciado por su padre, renuncia a todo y se desnuda delante del obispo. Clara, con doce años, sueña con hacer lo mismo.
1206-1208: Francisco repara la iglesia de San Damián, y profetiza que allí surgirá un monasterio de señoras santas.
Santa Clara Monasterio de Clarisas
Piedecuesta

Conversión de Clara y fundación de San Damián
1210-1211: Francisco y sus compañeros se trasladan de Rivotorto a Santa María de la Porciúncula. Clara (17-18 años), por medio de una amiga, ayuda con limosnas a los que trabajan en la construcción de la casa de los hermanos. Rechaza a un joven que la pretende en matrimonio y lo anima a hacerse fraile. Su primo Rufino de Escipión de Ofreduccio se une al grupo de Francisco.
Francisco de Asis Monasterio de Clarisas
Piedecuesta
1211, invierno: Clara mantiene entrevistas secretas con Francisco, que la va preparando para abrazar la vida de pobreza.
1211, 28 de marzo: Domingo de Ramos. El obispo Guido, que debe de estar al corriente de sus planes, entrega personalmente a Clara una palma, símbolo del "martirio" que está a punto de abrazar.
1211, 29 de marzo: la madrugada del lunes santo se escapa de su casa y corre a la Porciúncula, donde la esperan Francisco y los suyos con antorchas encendidas. Ante el altar de la Virgen, el santo le corta sus rubios cabellos y recibe de ella la profesión de los votos de pobreza, castidad y obediencia. Ese mismo día la trasladan al monasterio de San Pablo de las Abadesas (Bastía), cerca de Asís. Su tió Monaldo y otros parientes tratan inútilmente de llevársela a casa. Inocencio III había concedido a este monasterio, en el 1200, un privilegio de "propiedad", para que nadie pudiese arrebatarles sus tierras. Clara, 16 años después, solicitará al mismo papa lo contrario, es decir un privilegio de "pobreza".
1211, 12 de abril: Clara es traslada de nuevo a otro monasterio, Santo Ángel de Panzo, en las faldas del monte Subasio.
1211, 14 de abril: Catalina de Favarone sigue a su hermana y se le une en Panzo. Se consagra al Señor con el nombre de Inés (fue canonizada igual que Clara). Poco después las sigue sor Pacífica de Guelfuccio, vecina y amiga de Clara.

1211, septiembre: se les une Bienvenida de Perusa. Por este tiempo ("apenas seis años después de la conversión de Francisco") se trasladan a la iglesia de San Damián, cuna de la Orden de las Clarisas. La iglesia se la cedió el obispo Guido, según un documento de 1253.
1212: Francisco consulta a Clara y a sus hermanas acerca de si debe dedicarse a la contemplación o a la predicación. Suele visitarlas con frecuencia y mantiene con ellas deliciosos coloquios espirituales.
Obra de Benlliure


Primeros monasterios de Damianitas fuera de Asís
1214: Balbina Offreducci, del cercano monasterio benedictino de Vallegloria (Spello), visita a Clara y se interesa por su forma de vida. Clara le envía a sor Pacífica por un año, para su formación. Será el primer monasterio de damianitas fuera de Asís. Fray Felipe Longo es el primer visitador de las hermanas.+
1214: Fray Bentivegna, uno de los hermanos que las atiende, es testigo del milagro del aceite.
1215: En Sanseverino Marche surge el monasterio de Colpersito, tal vez por interés de los frailes, mientras Francisco recorre el norte de España y Portugal (1212-1213). Al regreso lo visita, y obtiene la conversión de fray Pacífico.
1215, noviembre: El canon XIII del Concilio IV de Letrán prohíbe la aprobación de nuevas reglas.
1216, julio: Clara, no pudiendo ver aprobada su Regla compuesta por san Francisco, tiene que profesar la regla benedictina, que permite tener posesiones, y aceptar el título de abadesa. Pero consiguió de Inocencio III un "privilegio de pobreza", para que nadie pudiera obligarlas a tener rentas o propiedad alguna. Por estos años, antes de su viaje a Egipto, Francisco obliga a Clara a cambiar su jergón de sarmientos por uno de paja.
1216: Surge otro monasterio de damianitas en Carpello (Foligno).

Hugolino, protector de las Damianitas o Damas Pobres
1217, verano: El cardenal Hugolino se ofrece en Florencia a Francisco como protector de su Orden.
1218, pascua: el cardenal visita la Porciúncula y celebra la Pascua en San Damián. Regresa de nuevo a Asís para el capítulo de Pentecostés y se hace cargo de las damianitas, a las que llama "Damas Pobres". Por deseo de Francisco, el cisterciense fray Ambrosio, del séquito de Hugolino, sustituye a fray Felipe Longo como visitador de ellas.
1219, 19 de marzo: el cardenal recibe en nombre de la Iglesia, unas propiedades para la fundación del monasterio de Monticelli, en Florencia. Probablemente en la cuaresma de ese año Francisco residió allí y ayudó al cardenal a redactar unos estatutos para los monasterios inspirados en la forma de vida del monasterio de "Santa María de San Damián" de Asís. En los meses siguientes, Hugolino se hace cargo también de los monasterios de damianitas de Siena, Perusa y Lucca.
Francisco ofrece cordero a Clara
obra de Benlliure

Francisco y Clara enfermos
1219-1220: Francisco va a Egipto y Tierra Santa. Fray Felipe aprovecha su ausencia para hacerse cargo de nuevo de los monasterios de damianitas. Regresa enfermo y delega el gobierno de la Orden en manos de fray Pedro Catani.
1220: Llega a Asís la noticia de la muerte de los cinco mártires franciscanos de Marruecos. Clara llora por ellos y expresa su ardiente deseo de ir también ella a dar testimonio de la fe con su vida.
1221: Deposición de fray Felipe Longo y nombramiento de fray Pacífico como visitador de las Damianitas.
1222: Francisco, enfermo y muy deprimido, visita a Clara y a sus compañeras y no se atreve a dirigirles la palabra. Se limita a sentarse en medio de un círculo de ceniza trazado en el suelo, mientras recita el salmo Miserere (Sal 51) antes de marcharse a toda prisa, sin pronunciar palabra. Clara se da cuenta de su drama y le manda un mensajero a decirle que desea hablar con él.
1223: Cuatro monjas de Florencia fundan en Milán. Por estos años surgen también los monasterios de Padua, Verona, Venecia, Teieto, Faenza, Todi, Città di Castello...

1224: Clara empieza a enfermar por sus excesivas penitencias y ayunos. Francisco y el obispo Guido II la obligan a comer siquiera un panecillo al día.
1225, enero-primavera: Francisco, tras su regreso de la Verna con los estigmas y enfermo de los ojos, yace en San Damián, fuera de la clausura, en una celda de esteras dentro de la celda de los frailes que atienden a las monjas. Allí compuso el Cántico del Hermano Sol y desde allí reconcilió al Podestá de Asís con el obispo Guido. Clara no pudo verle, pues también estaba enferma. Fue tal vez este mismo año y por esos días (en Semana Santa) cuando Clara tuvo una fuerte experiencia de la Pasión de Cristo. No volverá a ver a Francisco hasta después de muerto.
1226, finales de septiembre: Francisco yace enfermo en la Porciúncula y Clara, también enferma, teme morir antes que él. El santo, para consolarla, le envía un escrito para ella, manifestándole su última voluntad para ella y sus hermanas.
1226, 4 de octubre: El cortejo fúnebre da un rodeo y pasa por San Damián, para que Clara y sus hermanas puedan dar el adiós definitivo a Francisco. A través de la reja, abierta para la ocasión, pudieron ver y besar los estigmas que aún adornaban su cuerpo. La descripción del llanto de las damianitas es una de las páginas más hermosas y emotivas de la Vida Primera de Tomás de Celano, que presenció la escena.

Después de la muerte de San Francisco
1228: Tras su elección como sucesor de Honorio III (marzo), el cardenal Hugolino -ahora Gregorio IX- dirige una carta a las damianitas de Asís. Fray Felipe Longo recupera el oficio de visitador de los monasterios de damianitas. Sor Inés, hermana de Clara, se traslada al monasterio de Monticelli (Florencia).
1230-1234: Inés escribe una carta a su hermana, desde Florencia.
1231: Muere San Antonio de Lisboa o de Padua, junto al monasterio de las Damas Pobres de La Arcella.
1232: Fray Elías sustituye a Juan Parenti al frente de la Orden de los Menores.
1234: Primera carta de Clara a Santa Inés de Bohemia o de Praga.
1235-1238: Segunda y tercera carta de Clara a Inés de Bohemia.
Triunfo de la Eucaristía sobre los sarracenos
devoción de Clara  

1240: Los sarracenos del ejército de Federico II entran en el claustro de San Damián. Clara defiende el monasterio y a sus hermanas recurriendo a Cristo eucarístico.
1241: Las oraciones de Clara y sus hermanas libran a Asís del asedio de las tropas imperiales, dirigidas por Vidal de Aversa.
1241: Muere Gregorio IX (ex-cardenal Hugolino).
1245: Inocencio IV promulga una Regla para las clarisas.
1252: Ante las insistencias de Clara, Inocencio IV aprueba "su" Regla, basada en la que redactó Francisco para ellas en los comienzos. Cuarta carta de Clara a Inés de Praga.
1252, 25 de diciembre: Clara, gravemente enferma, no puede asistir a los oficios navideños de medianoche con sus compañeras. Se queja al Señor de su situación y ve realizado su sueño de seguir, a distancia, los cantos y la misa de Nochebuena celebrada por los frailes Menores en la Basílica de San Francisco.
Escudo de la Orden de Santa Clara
Segunda orden franciscana

1253, 9 de agosto: en vísperas de la muerte de Clara, Inocencio IV, que residía en Asís, en el Sacro Convento de San Francisco, aprueba con bula oficial la Regla de Clara.

Muerte y canonización de Santa Clara
1253, 11 de agosto: Muere Clara en San Damián, a los sesenta años, después de 42 años de vida consagrada y de encierro voluntario en dicho lugar.
1253, 12 de agosto: Inocencio IV preside los funerales y el traslado de su cuerpo a la iglesia de San Jorge de Asís, donde antes había permanecido el cuerpo de Francisco durante cuatro años, antes de su traslado definitivo a la Basílica levantada en su honor por Gregorio IX y fray Elías.
1255, 26 de septiembre: El papa Alejandro IV canoniza a Santa Clara en Anagni. Fue Tomás de Celano, probablemente, quién escribió por encargo del papa la vida de Santa Clara, como antes lo hiciera con la de San Francisco.
Cuerpo Incorrupto Basílica de Santa Clara

1260: Los restos de Santa Clara son trasladados a su lugar definitivo, bajo el altar mayor de la basílica construida en su honor, sobre los cimientos de la antigua iglesia de San Jorge, donde permanecía sepultada desde su muerte.
Imagen de la capilla San Antonio
Piedecuesta

1958: Santa Clara es declarada patrona de la Televisión, en virtud de la visión de la noche de Navidad de 1252.